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jueves, 18 de diciembre de 2014

toma 2

18-12-14
07:32 - Los Buenos Aires
Pasos pequeños trazan líneas
irregulares sobre el asfalto: son los
niños que son libres apenas se despiertan.
Es verano y la humedad se sucede
impenetrable.
Parcialmente nublado, con posibilidad
de chaparrones. Visibilidad variable y
la térmica, como dos pezones de calor,
no para de subir.
Vi a Burroughs con sus caños rotos
sacando humo de sus ojos
mientras la muerte lo despedía
y le daba tres balas de
Magnum:
una para la Verdad, otra 
para la Ciudad y la tercera;
para él.
Algo está pasando y no tengo
idea. ¿Estoy solo acá? El cielo
se abre creando una claraboya
estática sobre el lienzo de nubes
regordetas.
Corté entrada para ver a
Bukowski: con su botella
llena de fuego hank  lee a
Fante y cuenta que siempre
se llamó hizo llamar Bandini. 
O Henry.
Escupe un libro entero sobre el
anaquel de la memoria borracha. 
Se arrodilla y se persigna: ante lo
que fue y ante la noche. Ciudad
Bar de neón más y más grande
que crece como un secreto.
Con las manos en los bolsillos
y los dientes por el piso camino,
hace mucho no sacaba las piernas
del placard o la lapicera
para escribir. Imaginé, justo
hace unos minutos mientras
picaba perejil para juntarlo
con un tomate, la tinta negra
corriendo transpirada y
taquicárdica de Jack. 
Frisco 2:43. La luna
centellea sobre un fraseo
de saxo chisporroteante
(el rock 'n roll todavía no
es nervio social)
Besos en la frente, luego 
en las manos, luego en 
los ojos.
El ruido del murmullo me 
despierta de golpe. Buenos
Aires 21:32, la ciudad
respira.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

epistolar: cuadernos de viaje








Enero 25, 1953

Hotel Mulvo Regis, Bogota


Querido Al,

Bogotá se encuentra en una planicie alta rodeada de montañas. El pasto de sabana es de un verde claro, y hay monolitos precolombinos de piedra negra aquí y allá. Una ciudad lúgubre y sombría. Mi cuarto de hotel es un cubículo sin ventanas (las ventanas son un lujo en Sudamérica) con paredes de madera verdes y una cama demasiado corta. Estuve sentado por un buen rato paralizado por la depresión. Después salí por un trago atravesando el fino y enrarecido aire frío, agradeciendo a Dios no haber llegado a esta ciudad colocado por el opio. Tomé un par de tragos y volví al hotel donde una marica fea me sirvió una cena que sabía a poca cosa.

Al día siguiente volví a la Universidad para investigar sobre el yagé. Todas las ciencias están amontonadas en el Instituto. Este es un edificio de ladrillos rojos, pasillos polvorientos y oficinas sin nombres generalmente cerradas. Trepé entre contenedores y animales disecados y muestras botánicas. Estos artículos son llevados de un cuarto a otro sin ninguna razón aparente. Alguien sale de su oficina apurado y exige algún objeto de esta basura en el recinto y hace que lo lleven de nuevo a su oficina de inmediato. Los de limpieza, sentados alrededor de los contenedores, fuman y llaman a cualquiera “Doctor”.

En una habitación grande y llena de polvo, de especímenes botánicos y olor a formaldehido, vi a un hombre buscando algo que no podía encontrar con un aire de refinada resignación. Cruzamos las miradas. “¿Y ahora que hicieron con mis especímenes de cocoa? Eran nuevas especies de cocoa salvaje. ¿Y que está haciendo este cóndor embalsamado en mi mesa?” El hombre tenía un rostro delgado y fino, anteojos con marco de acero, saco de tweed y pantalones de franela oscura. Boston y Hardvard. Se presentó como el Doctor Schindler. El estaba relacionado con una Comisión de Agricultura en Estados Unidos.

Le pregunté por el yagé. “Sí” dijo “tenemos especímenes aquí. Venga y le mostraré” concluyó echando un último vistazo en busca de su cocoa. Me mostró algunas ramas de Yagé seco que parecía una planta trepadora ordinaria. El la había tomado. “Obtuve colores, pero no tuve visiones.”

Me dijo con exactitud lo que tenía que saber para el viaje, donde ir y a quien contactar. Le pregunté por la telepatía. “Eso es todo imaginación, por supuesto.” Sugirió que el Putumayo era la región más accesible para encontrar el yagé.

Me tomé un par de días para armar mi equipamiento e conseguir el capital. Para un viaje a la jungla son necesarias medicinas, suero antiofídico, penicilina, enterovioformo y aralén son indispensables. Además, una hamaca, una sábana y una bolsa de caucho, conocida como tula, para cargar el equipaje.

Bogotá se encuentra en la altura y es fría y húmeda, un escalofrío húmedo se cuela dentro de uno como el frío de la colocada. No existe el calor y uno nunca se encuentra cálido. En Bogotá, más que en cualquier otra ciudad que haya visto en Latinoamérica, se siente el peso muerto de la sombra española y su opresión. Todo lo oficial carga la etiqueta “Made in Spain”.


Tuyo, William


The yage letters, William Seward Burroughs & Allen Ginsberg, 1963. Traducido por Joaquín Cruzalegui, Ciudad que respira cartas. 








jueves, 11 de diciembre de 2014

arquitectura de una colocada



Parece que uno flota sin límites,
como si estuviera tendido
sobre agua salada caliente.
cuando esta relajación
se extendió por mis tejidos, 


experimenté
un fuerte sentimiento
de miedo. 


Tenía la sensación
de que una imagen
horrible
estaba allí,
más allá
de mi campo de visión, 

moviéndose en cuanto
volvía la cabeza de modo
que
nunca podía verla. 


Sentí náuseas;
me tumbé y cerré
los ojos. 

Pasaron una serie
de imágenes, como
si estuviera viendo
una película: 


un enorme bar con luces de neón
que se hacía más y más grande hasta
que calles y tráfico quedaron incluidos
en él; una camarera traía una calavera
en una bandeja; estrellas en el cielo claro.
el impacto físico del miedo a la muerte;
el corte de la respiración; la detención de la sangre.
[1] 

[1]Burroughs, William Seward, Yonqui, Barcelona, Anagrama, 2009. Traducido al verso para lograr énfasis en la desolación del hombre colocado por el pinchazo. Ciudad que respira drogas.

herederos infinitos





Aunque el abismo sin fondo de América lo tragara voraz, desde su prisma loco, Miller rompe con los valores convencionales estructurantes de la posguerra y el sistema que condenaba, desde los parámetros sociales, cualquier forma de ociosidad. Su obra es libre asociación, misticismo y callejeo. Con empeño, reflota la escuela del Sturm und Drang, fundada por Goethe y honrando la obra de Klinger[1] : la experiencia por sobre la razón y la experimentación no se vence ante la objetividad conservadora artificial de la sociedad norteamericana.

Hay deseo en Henry, el primer Henry de tantos malditos en la literatura, el primer urbanista de la locura, y hay contradicción dentro de su metodología: ver el mundo de arriba a abajo, verlo crecer y reventar frente a sus ojos afiebrados, pero pide a gritos parar. Empezar a dejar que la naturaleza de las cosas las complete -lassitude o estética- quedarnos dormidos sobre la realidad para que esta se muestre tal cual es, total la maquinaria no va a parar jamás, no va a esperar a nadie. Total-mente.                                                                                                                                                                                                                                                                                                    "Las cosas ocurren o no ocurren y nada más. Nada se realiza con transpiración y esfuerzos. Casi todo lo que llamamos vida es simple insomnio, una agonía, porque hemos perdido la costumbre de quedarnos dormidos. No sabemos dejarnos llevar. Somos como un muñeco de una caja de sorpresas puesto sobre un resorte y cuantos más esfuerzos hacemos, más difícil es volver a la caja."[2]

Rasgos icono-lógicos, sexo, un lenguaje explicíto anacrónico (es más lógico leer la dinamita tipografiada en Bukowski, Burroughs o tantos otros que en un tipo nacido a principios de 1900 relatando las artimañas que utilizó para masturbar a una joven ultracatólica sobre un bote a remo en medio de una tormenta) remontando el mecanismo del mecenazgo y la fidelidad con la que Henry Miller sostuvo, vivo y sumergido en el sistema capitalista fabril, que el dinero, como bien, tenía que llegarle -pidiendo a un colectivo de amigos y conocidos- para esquivar el esquema del trabajo como trabajo y dedicarse al trabajo de escribir sus libros.  

Como respondiendo una entrevista, una pregunta punzante sobre las mujeres, el fragmento  

"Hay coños caníbales, que se abren de par en par como las mandíbulas de la ballena y te tragan vivo; hay también coños masoquistas, que se cierran como las ostras y tienen caparazones duras y quizás una perla o dos dentro; hay coños telegráficos, que practican el código Morse y dejan la mente llena de puntos y rayas; hay coños políticos, que están saturados de ideología y niegan hasta la menopausia; hay coños vegetativos, que no dan respuesta a no ser que los extirpes de raíz; hay coños religiosos, que huelen como los adventistas del Séptimo Día y están llenos de abalorios, gusanos, conchas de almeja, excremento de ovejas y, de vez en cuando, migas de pan; hay coños diversos, que se resisten a cualquier clasificación o descripción, con los que te tropiezas una sola vez en la vida y que te dejan mustio y marcado; hay coños hechos de pura alegría, que no tienen nombre ni antecedente y son los mejores de todos, pero, ¿adónde han ido a derramarse? "[3]

El narrador protagonista toma otro volumen y mide su vida en sexo, mide su pulsión en encuentros y su comportamiento en monólogos rápidos y generalmente vertiginosos. Miller es teatral y es cronista de los rasgos humanos, ruptura y perfeccionismo codo a codo con Whitman o HD Thoreau. 

"Tengo treinta y siete años. Mi salud es perfecta
Y con mi aliento puro,
Comienzo a cantar hoy.

Y no terminaré mi canto hasta que muera.

Que se callen ahora las escuelas y los credos.
Atrás. A su sitio.
Sé cuál es su misión y no la olvidaré;
Que nadie la olvide."
[4]

¿Es lo meramente impropio atractivo por su carácter? ¿O hay virtud? Es imposible retratar las sombras sin antes atravesarlas y cualquier sonrisa en la oscuridad seduce por su carácter bárbaro pero ya conocido. 


[1] KlingerFriedrich Maximilian estrenó en 1777 Sturm und Drang. Drama de cinco actos puesto en escena por la famosa compañía de teatro de Abel Seyler
[2] Miller, Henry, Tropic of Capricorn, Londres, Book Club Associates, 1988. Traducción Joaquín Cruzalegui, Ciudad que respira narrativa
[3]Ibídem
[4]Whitman, Walt,
Canto a mi mismo. Poeta, ensayista y periodista norteamericano -realista y padre del verso libre. Sexualmente disruptivo, abiertoy militante del abolicionismo